Después de días de locura toca pararse y agradecer. Reconozco que me emociona mucho esta época del año, quizá más desde que soy madre. Soy de las que año nuevo vida nueva y me chifla sentarme delante de un cuaderno en blanco y llenarlo de propósitos que todos sabemos que nunca cumpliré, eso me chifla aun más.
Pero también me gusta echar la vista atrás y pensar en todas las personas que he conocido, las nuevas batallas a las que he tenido que hacer frente. Este año han sido unas cuantas y no de todas he salido victoriosa. Las cientos de horas que he pasado con mis hijos, porque al final de eso se trata, de dedicar tiempo a lo que merece la pena. A jugar, reír y verles crecer sin que el reloj importe. Creo que ese disfrute me lo están dando los años. Si señores, además de lineas de expresión a veces los años traen cosas que molan.
A nivel laboral he aprendido mucho. Que no todo el mundo es bueno pero que hay que saber rodearse bien. He conocido a proveedores que han venido para quedarse en mi vida y parejas que adoro desde el día que recibí su primer email escrito con todo el amor del mundo. He podido hacer sesiones en las que me han dado toda la libertad del mundo con mis ideas, con los respectivos nervios y mariposillas en el estómago.
Por todo esto, he querido hacer un resumen en imágenes de mi año. Sé que me dejo muchas cosas y no están todos los que son.
A ti, 2018, sólo te puedo pedir virgencita que me quede como estoy.
¡FELIZ AÑO!